martes, 7 de agosto de 2012

Albert Einstein: 

El arrepentimiento tras el Científico

El 2 de agosto de 1939, un mes antes de que Gran Bretaña y Francia le declararan la Guerra a Alemania, el científico de ese país Albert Einstein envió una carta al Presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt. Einstein es su carta dio a conocer su conocimiento sobre la física donde informaba e incentivaba la construcción de la bomba: 


"El iniciar una reacción nuclear en cadena en una gran masa de uranio, por medio de la cual se generarían enormes cantidades de potencia y grandes cantidades de nuevos elementos parecidos al uranio (…) Este nuevo fenómeno podría ser utilizado para la construcción de bombas, y es concebible -pienso que inevitable- que pueden ser construidas bombas de un nuevo tipo extremadamente poderosas" 

Albert Einstein, a pesar del exito de las bombas, se  arrepiente profundamente de haber redactado aquella carta. La principal razón de este remordimiento, es que nombre aun sigue siendo recordado como el  hombre que incentivó tal masacre en Japón, que tuvo y aun mantiene al mundo en una tensión constante a tal poder catastrófico que significa una Bomba Atomica.

Años mas tarde, Albert Einstein escribe dos cartas de remordimiento a un Filosofo amigo de Einstein:
 "Condeno totalmente el recurso de la bomba atómica sobre Japón, pero no pude hacer nada para evitarlo".

Las cartas de Einstein al filósofo Shinohara demuestran cuánto sentía el físico la necesidad de justificarse. Es que, en 1939, le escribió al presidente Franklin D. Roosevelt advirtiendo que los nazis se encaminaban a fabricar la primera bomba atómica. Roosevelt le respondió el 19 de octubre de 1939, (desatada ya la Guerra Mundial). En esta carta, el Presidente le dice que ya ordenó a una agrupación cientifica y militar para analizar esa información. 
El resultado fue la fabricación de la bomba atómica en EE.UU.

En varias ocasiones Einstein trató de persuadir sin éxito al presidente norteamericano de abandonar el programa nuclear. Roosevelt condujo a EE.UU. durante la guerra y hasta morir en 1945, sin ver el final de la contienda mundial.  Finalmente, fue su sucesor, Harry Truman, quien tomó la decisión de lanzar dos ataques atómicos contra Japón, en 1945



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